Te veo pasar, otra vez, tú, siempre eres tú. ¿Por qué siempre tienes que ser tú? ¿Es que no hay más gente? Voy al médico, le pido una receta. La receta de morfina, él me la da. Siempre que se lo pido me la da. Cada vez que voy me digo que va a ser mi última vez, pero cada vez sé que siempre habrá una segunda vez, y una tercera, una cuarta… Sé que por más que quiera no pararé de acudir a él para que me dé morfina que haga callar todas las voces que tengo dentro de mi, que siempre resurgen al verte pasar por delante de mi ventana.
¿No tienes más sitios por donde pasar? Yo creo que sí. Pero tú, a sabiendas que estoy mirando por la ventana, buscando el remedio a todos los rompecabezas que se me aparecen a cada hora impar, cruzas de acera y pasas por delante, que te vea. Te gusta ser el centro de atención, te gusta que te mire, que piense en ti.
Te cruzas con un vagabundo, él tiene más suerte que tú. Lo único que hace es sobrevivir a la inmundicia que le lanzamos todos desde nuestras ventanas y, al recibirlo, lo convierte en esa sonrisa que sé que te da miedo. Es un psicópata, todo el barrio lo sabe, y si embargo nadie hace nada. Somos un barrio de bohemios, todos estamos más idos de lo que jamás se irá a ninguna parte.
Nuestras putas vidas resultan ser un experimento de la mente de algún macabro personaje que hará que nos pudramos solos y, sin ningún cómplice que nos ayude a salir de ésta, saldremos solos y venceremos al tirano que nos ha condenado a vivir de esta forma tan cruel y despiadada.
Al fin somos libres, ¿sabes? Hace tiempo que no acudo al médico, será porqué no te veo pasar, te cansaste de que te mirase. Mis deseos ya no te importan. Encontraste otro. Otro que te mira con más ganas que yo, que se deleita mucho más de lo que yo lo hice nunca. Te mientes para sobrevivir. Te mientes para avanzar. Te mientes al decirte que no debes cruzar.
Al fin y al cabo, todos somos esclavos del tiempo, todos estamos sumidos en él. Pero, ¿Qué nos deparará la vida con el paso del tiempo? No lo sabemos. Tan solo estamos predispuestos a sobrevivir, inventando falsos ídolos que nos hagan nuestra vida más llevadera. Acudiremos cada vez al médico a pedir recetas que iremos a cambiar en la farmacia por un rato de felicidad.
Porqué, al final, solo somos unos simples mercaderes que traficamos con nuestros sueños y debido al mercantilismo moderno, el hecho que esta noche me quieras contigo, requiere una tarifa que no creo que estés dispuesta a pagar. Sería rebajarte mucho, regalarme uno de ellos.
¿No tienes más sitios por donde pasar? Yo creo que sí. Pero tú, a sabiendas que estoy mirando por la ventana, buscando el remedio a todos los rompecabezas que se me aparecen a cada hora impar, cruzas de acera y pasas por delante, que te vea. Te gusta ser el centro de atención, te gusta que te mire, que piense en ti.
Te cruzas con un vagabundo, él tiene más suerte que tú. Lo único que hace es sobrevivir a la inmundicia que le lanzamos todos desde nuestras ventanas y, al recibirlo, lo convierte en esa sonrisa que sé que te da miedo. Es un psicópata, todo el barrio lo sabe, y si embargo nadie hace nada. Somos un barrio de bohemios, todos estamos más idos de lo que jamás se irá a ninguna parte.
Nuestras putas vidas resultan ser un experimento de la mente de algún macabro personaje que hará que nos pudramos solos y, sin ningún cómplice que nos ayude a salir de ésta, saldremos solos y venceremos al tirano que nos ha condenado a vivir de esta forma tan cruel y despiadada.
Al fin somos libres, ¿sabes? Hace tiempo que no acudo al médico, será porqué no te veo pasar, te cansaste de que te mirase. Mis deseos ya no te importan. Encontraste otro. Otro que te mira con más ganas que yo, que se deleita mucho más de lo que yo lo hice nunca. Te mientes para sobrevivir. Te mientes para avanzar. Te mientes al decirte que no debes cruzar.
Al fin y al cabo, todos somos esclavos del tiempo, todos estamos sumidos en él. Pero, ¿Qué nos deparará la vida con el paso del tiempo? No lo sabemos. Tan solo estamos predispuestos a sobrevivir, inventando falsos ídolos que nos hagan nuestra vida más llevadera. Acudiremos cada vez al médico a pedir recetas que iremos a cambiar en la farmacia por un rato de felicidad.
Porqué, al final, solo somos unos simples mercaderes que traficamos con nuestros sueños y debido al mercantilismo moderno, el hecho que esta noche me quieras contigo, requiere una tarifa que no creo que estés dispuesta a pagar. Sería rebajarte mucho, regalarme uno de ellos.
1 comentario:
Ay pequeño padawan. Que díficil es esto del amor.
Cuando llega correspondido puede ser idilico y precioso como él solo, pero cuando decide voltear la cara, ay! es entonces cuando se convierte en una auténtica pesadilla, una tortura lenta y maliciosa.
Pero como bien dijo Palacio "El día en que las desgracias hayan aprendido el camino a tu casa. Múdate"
Aprende de este conflicto y múda la piel por otra nueva. Que todo con tiempo y empeño, aun que sea dificil y cansado, por las miles de espectativas que imaginamos y no son cumplidas, se puede curar.
Ánimo y si esta vez no ha sido.
ya encontrarás a ese alguien especial.
Un abrazo fuerte.
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