jueves, 20 de marzo de 2008

Ejercito ibérico

Aunque tampoco se tiene constancia de cómo se organizaban los ejércitos ibéricos, parece ser que aún no contando con una indumentaria, un armamento y una organización regular y uniforme, como la del ejército romano; según los relatos de los historiadores de la antigüedad, de batallas contra los ejércitos iberos, su ejército sería irregular, es decir, reclutado según las circunstancias, aunque había una fuerte jerarquía guerrera en las castas de la sociedad ibérica, que se dedicaba exclusivamente a la guerra, muy ligada a la sociedad y cultura ibérica. Como parte de un ejército no regular, los iberos tenían que procurarse sus propias armas y protecciones, de ahí la variedad de combinaciones de éstas.


FORMACIONES Y ORGANIZACIÓN

Una de las formaciones de los ejércitos iberos, era la de una formación cerrada, parecida a la del ejército romano, así se cree, ya que los mercenarios iberos contratados por Roma, se adecuaban perfectamente a la formación cerrada romana, lo que hace pensar a los expertos que los soldados iberos estaban acostumbrados a formar así. Prueba de esto son las batallas contra los Ilergetes, en las que el ejército ibero atacaba en formación cerrada y compacta. Otra formación propia de los ejércitos iberos es la de guerrilla, la forma natural de guerrear de los iberos. Viriato, el jefe de los Lusitanos, utilizó esta táctica guerrillera para combatir a las legiones romanas, consiguiendo grandes victorias que le hicieron merecedor del nombre de "El terror de Roma". Todos los ejércitos iberos estaban comandados por un caudillo, un jefe militar que era elegido por los propios guerreros para guiarles en la batalla. Es dudoso que no hubiera más generales que este caudillo, ya que un ejército de hasta 10.000 hombres, e incluso más, no podía ser comandado por una sola persona. La muerte de Viriato es un ejemplo de que el caudillo también tenía sus capitanes para dirigir a sus tropas, ya que fueron sus propios lugartenientes los que lo asesinaron.


EL GUERRERO IBÉRICO

Su carácter fue descrito por los griegos, quienes se fascinaron por unos soldados que se lanzaban al combate sin miedo alguno y que resistían peleando sin retirarse aún con la batalla perdida, los guerreros a los que se referían eran mercenarios iberos reclutados por los griegos para sus propias guerras.
Los romanos también volvieron a hacer hincapié después, en el carácter guerrero de los iberos, cuando, una vez eliminada la amenaza cartaginesa, se lanzaron a la conquista de Hispania, coincidiendo con los griegos en el valor y el desprecio a la muerte en la batalla que demostraban los iberos, tanto Roma como Cartago los contrataban como mercenarios. Roma también se refiere al ibero como un soldado muy leal. La "devotio", un juramento que consagraban a algún Dios, al cual ofrecían seguramente su vida por la de su caudillo y que los ligaba a él, hacía que esta "guardia personal" jamás sobreviviera a su jefe, ya que tanto si ganaban, como si no, si su caudillo moría, ellos también lo hacían, ya fuese luchando hasta morir, o suicidándose si le sobrevivían en la batalla. Cosa que aprovecharon algunos emperadores romanos, que mediante este ritual sagrado, se rodeaban de iberos porque sabían que tenían asegurada su lealtad y que el valor y el arrojo de estos guerreros, les protegería aún en las circunstancias más adversas y desfavorables.

Armamento
El armamento del guerrero ibero, no era ni mucho menos regular, pero era muy similar independientemente de las distintas tribus.

La caetra: El escudo propio de los iberos, un escudo circular no muy grande, que se sujetaba al cuerpo del soldado mediante unas cuerdas, o tiras de cuero, que pasaban por el hombro y que otorgaban gran movilidad para combatir por el terreno tan irregular de la península. Este escudo podía tener variaciones en su protección metálica delantera.

Escudo ovalado: también utilizaban un escudo ovalado, parecido al de los celtas, y del que se dice es su procedencia. Ofrecía muy buena protección contra las infanterías pesadas, sobre todo las romanas, con las que más lucharon. Ambos escudos eran adornados con símbolos y colores, sobre todo en el ovalado, en el que sus símbolos han pasado a ser casi un emblema por el que se reconoce a los iberos.

Gladius Hispaniensis: La espada de las legiones de Julio César, la espada ibera por definición, la que el imperio romano adoptó para sus legiones y que bautizaron como "gladius hispaniensis", o sea, "espada española". Era un arma simple pero de gran calidad, y que los iberos utilizaban para "pinchar" al enemigo, cuando avanzaban en formación y cuando el enemigo se descubría, aunque también sería empleada para asestar "tajos". Esta espada no era muy grande, lo que le otorgaba una gran movilidad en las batallas, cuando el espacio era escaso. La hoja se podía utilizar por los dos lados y por la punta, al contrario que la falcata, que sólo se utilizaba un lado, para dar un golpe cortante, o de punta para atravesar al enemigo. Su forma no era recta de la base a la punta, sino que se estrechaba ligeramente hacia el centro y de nuevo, antes de llegar al extremo, se estrechaba para conformar la punta. La empuñadura de este arma formaba un disco en su parte central y después otro medio disco en el extremo, así se favorecía el agarre de la espada. Esta espada ha tenido muchas variantes, tanto por parte de Roma, como por parte de las tribus ibéricas con influencia celta, o las propias tribus celtas de la península, aisladas de las tribus celtas del resto de Europa, estos modelos se diferenciaban sobre todo por su empuñadura, que podría acabar en dos esferas, en una, etc.

Falcata: también utilizaron una espada de la que tampoco se conoce su origen, pero que posiblemente fuese de origen griego. Esta espada no tenía mucho que ver con el modelo que parece ser trajo Grecia, ya que esta espada fue remodelada casi por completo. Su curvatura, su forja, su modelación, todo, fue cambiado, o quizás fuese ya así y que los griegos adoptaron de otra manera. Sea cual fuere su origen, esta espada infundía casi tanto terror como la "gladius hispaniensis", se creaba dejando el hierro oxidar, hasta que sólo quedase su núcleo más puro, lo que ofrecía una dureza enorme a la espada. Después, se fundía y se le daba la curvatura, (no todas tenían la misma curvatura) y el tamaño del propio brazo del guerrero, es decir, cada "falcata" era un arma única, ya que variaba la longitud del brazo de su portador y por lo tanto la de su hoja. La medida se tomaba desde el dedo corazón hasta el codo del brazo del guerrero. Esta espada, de igual modo que la "hispaniensis" llevaba acanaladuras en su hoja, para darle más ligereza. Su hoja se utilizaba para pinchar con la punta y para dar tajos por la parte inferior de la espada. Las empuñaduras de estas armas, solían tener forma de cabezas de animales, como caballos y aves. Formaban un óvalo que rodeaba la mano y que se cerraba en su parte de los nudillos, para poder dar golpes con la empuñadura si era preciso, pero se hacía, sobre todo, para proteger la mano de los ataques con espada de los enemigos.

Otras espadas: también se han encontrado espadas que parecen ser rituales, o que por lo menos no eran muy utilizadas por los guerreros. Hay ejemplares de espadas largas, seguramente utilizadas por los celtas y que no gozaban de mucha fama entre los iberos, por ser armas que ofrecen poca movilidad y que sólo pueden ser utilizadas para golpear de arriba abajo cayendo sobre los hombros, limitando muchísimo al guerrero en los combates.

Lanzas: las lanzas eran armas muy presentes en los ejércitos iberos, tanto las de cuerpo a cuerpo como las arrojadizas. Las lanzas solían tener dos puntas, la principal en la parte superior y la secundaria, más pequeña y débil, en su parte inferior, que se utilizaba para pinchar al enemigo, cuando caía al suelo, o cuando se rompía la punta principal. El arma constaba de tres partes: el asta, que era por así decirlo, el palo al que iban sujetas las otras dos partes, la punta principal, y la punta inferior en forma de cono estrecho. Para sujetar las dos puntas, se solía incrustar a presión en la madera, para evitar así que se moviesen o se soltasen, como podía pasar con las que estaban atadas, otorgando así más resistencia y dureza en el arma.

Armas arrojadizas y de proyectiles: las armas utilizadas para desbaratar y aniquilar las líneas enemigas, utilizadas por los iberos eran muy variadas, pero la que controlaban con más destreza y de las más efectivas eran la honda.

El soliferrum: era un arma hecha de hierro completamente, más larga que un hombre. Se utilizaba para lanzarla, aprovechando el peso y la superficie circular en punta de este arma, para conseguir atravesar cualquier escudo y armadura enemiga. Se podía utilizar un palo, a modo de resorte, que le otorgaba mayor empuje al soliferrum.

La honda: este arma simple y arcaica, a simple vista puede parecer poco menos que inofensiva, pero no es así, un proyectil lanzado por un hondero, podía matar de un único golpe al enemigo. La fuerza centrífuga de la que se vale la honda, sumada al peso de los proyectiles, que eran lanzados a la vez y en gran número, podía hacer estragos en las líneas enemigas, ya sea por su mortalidad, o deshaciendo las líneas enemigas desorganizando y abriendo huecos en la caballería y la infantería enemiga para atacar mejor a las tropas enemigas. Los honderos iberos más famosos fueron los baleares, tropas de élite utilizadas por Cartago sobre todo y por Roma después. Los honderos iban equipados con hondas de distintos tamaños que utilizaban según el proyectil y la distancia a la que querían llegar, las llevaban enrolladas en el cinturón y siempre llevaban una honda atada en la cabeza, a modo de diadema. Los proyectiles podían ser de barro, piedra, e incluso de metal. Los proyectiles podían ser redondos y con forma ovalada, y los guardaban en un zurrón sujeto a la cintura.

El arco: se tiene constancia de que el arco era utilizado por los iberos, aunque era prácticamente relegado para la caza de animales. La honda hacía mejor el papel de arma a distancia para los iberos.

Hacha bipenne: aunque poco comunes, parece ser, que las tribus del norte de la península, podrían haber utilizado este tipo de hacha, no sería extraño dado el rudo y salvaje carácter de las aisladas tribus del norte.

Pugio: es un puñal que también adoptó Roma para su ejército. Medía un palmo (del dedo corazón hasta la muñeca), muy parecido a la gladius hispaniensis.

Cuchillo afalcatado: este cuchillo se llevaba en la vaina de la falcata, junto con otras puntas de lanzas de repuesto. También se solía utilizar en rituales de sacrificio de animales.

Corazas y protecciones: había varios modelos de coraza: la circular, la de escamas y la de anillas.

Circular: la armadura por excelencia de los iberos era una simple pero efectiva coraza, que cubría las partes más vitales del pecho y de la espalda. Se ponía sobre una especie de coraza de cuero y sobre una superficie acolchada para amortiguar los golpes contra el cuerpo al pararlo. Solía estar decorada con una cabeza de lince, un animal sagrado, vinculado con el mundo de los muertos, quizá haciendo ver que el dios del inframundo les protegía ya la muerte huía de él. Se sujetaba pasando por el hombro y debajo de los brazos, lo que también ofrecía en menor medida una pequeña protección contra los tajos de las espadas.

Escamas: era una protección de la que aún no se ha encontrado ningún resto arqueológico, era como una especie de piel de serpiente, que ofrecía movilidad y a la vez una buena protección, debido a que no se han encontrado ejemplares, no se sabe cómo se hacían, ni cómo se sujetaban las placas de escamas. Había varios modelos, uno cubría únicamente el torso por delante, otro que cubría además de esto, los laterales, y la más completa, que cubría pecho, laterales y espalda. Debajo de estas protecciones se solía llevar una faldiquera de tiras de metal, parecida a la protección de anillas de los celtas. Todo combinado para ser una infantería pesada resistente y móvil.

Anillas: está protección llegó a manos de los iberos, por la influencia de los celtas, y consistía en anillar a un anillo de metal otros anillos y estos anillos a otros y así sucesivamente. Esta protección, aunque un poco pesada, ofrecía mucha movilidad y una buena protección contra los tajos. Solía cubrir desde el cuello hasta la pierna, además se añadían unas hombreadas de anillas también, para proteger los golpes de filo de las grandes espadas celtas.

Protecciones de cuero: además de estas corazas, solían llevar protecciones de grueso cuero curtido, para que los tajos "rebotaran" y no les hiriesen los filos de las espadas al utilizarlos de esa manera. Estas protecciones se solían llevar sobre todo con la coraza circular, era una especie de capa que se introducía por la cabeza y que terminaba en forma de pico por delante y detrás, llegando hasta un poco más abajo de la cintura. También hacían hombreras de este material con el que se protegían la parte superior de los tajos de las espadas y que también ofrecían una superficie que les protegía del contacto de las tiras de cuero que de las que llevaban colgadas los escudos y a veces las espadas.

Protecciones de lana prensada: eran protecciones que se utilizaban para amortiguar los golpes de proyectiles de las hondas, como los tajos de las espadas amortiguándolos y rechazándolos. También se ponían debajo de las corazas para evitar el contacto directo con el metal y para ofrecer una protección suplementaria a éstas.

Grebas: además de la parte inferior se necesitaba proteger las piernas en los combates. Las grebas eran de metal recubiertas de un material lanoso por la parte inferior para evitar el contacto del metal con la piel. Se ataba con con dos tiras alrededor de la pantorrilla. Se utilizaban tanto dos grebas (una en cada espinilla) como una sola greba (en una pierna) esto, no se sabe por qué, pero puede ser que al formar las líneas, quedara una sola pierna, la derecha, seguramente, sin protección, ya que a lo mejor, el escudo ovalado protegería la otra pierna. También podía deberse a la capacidad de armarse que cada guerrero tenía, ya que no eran un ejército regular y se procuraban ellos mismos el armamento.

Cascos: hay también varios modelos de cascos, unos propios y otros adquiridos por el comercio y por el trato con otros pueblos. Los había de cuero, metal, redondos, en pico...

Cuero: los de cuero eran lo más comunes, solían ponerse en la cabeza de manera que cubriera toda la cabeza, orejas incluidas. Se le ponía fieltro prensado por la parte interior para acolchar la protección y amortiguar los golpes recibidos, no dejando que la cabeza los sintiese en exceso. Iba adornado comúnmente con una crin de caballo tintada en rojo que iba en la punta o en la parte superior y caía por debajo de la nuca en forma de coleta suelta. Otra forma de adornarla, era con una especie de cabeza de animal delante que iba hasta el cogote en forma de tubo y del que caía una coleta suelta, igual que el adorno anterior. También podía sin ningún tipo de adorno.

Escamas de metal: los cascos utilizados para la infantería pesada solían ser de metal, ya que la situación requería una mayor protección frente a soldados mejor armados y protegidos. Se utilizaba con la protección de escamas, era un casco parecido al celta, de una sola pieza, que iba formando escamas hasta acabar en pico.

Celta: el casco celta se utilizó sobre todo en la parte de influencia celta, era un casco liso, acabado en punta larga, sólo cubría la parte superior de la cabeza. Los más comunes solían llevar carrilleras que caían del casco protegiendo las mejillas de los soldados, aunque los iberos preferían no llevarlas, porque decían que les molestaba en la lucha. También llevaban una protección en la nuca para evitar cortes decapitantes en el cuello.

Otros cascos: existía otro casco, utilizado sobre todo en la zona turdetana de Iberia, que era parecido al de cuero, pero más largo, caía sobre los hombros y llevaba también la crin de caballo. No se sabe con que material se hacía este casco, ya que no se ha encontrado ningún ejemplar de él en las excavaciones.

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