Un cambio sutil en un gen común a simios y humanos, producido probablemente hace doscientos mil años, desarrolló la capacidad del habla, afirma un equipo internacional de científicos.
El gen FOX-P2, regula movimientos del rostro y de las mandíbulas, al igual que en otros mamíferos, pero en los seres humanos fue donde ocurrió la alteración genética, que permitió el lenguaje y está implicado en las características mandibulares y faciales que permiten el habla.
La investigación llevada a cabo por alemanes y británicos demuestra que humanos y simios comparten el noventa y nueve por ciento de su material genético, pero una diferencia sutil en un gen puede ser determinante.
Cuando el gen FOX-P2 falla en los seres humanos se cometen incorrecciones gramaticales, aparecen dificultades en la pronunciación clara de palabras, la articulación y en la expresión facial.
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