domingo, 30 de marzo de 2008

FOXP2: Un gen esencial para la lenguaje

Cuando hablamos de las diferencias entre los humanos y otras especies, resulta evidente que el lenguaje constituye la madre del cordero. Nosotros hablamos, ellos no. Ciertamente, nuestras capacidades mentales difieren de las de otras especies de mamíferos en muchos aspectos, pero sin duda, la capacidad de hablar es la fundamental.

La pregunta del millón entonces es: por qué hablamos. Hemos tenido que adquirir esta facultad en algún momento de la evolución, y eso significa que se han tenido que producir cambios genéticos. Estos cambios afectaron a nuestro aparato fonador, el cual resulta particularmente apto para modular el sonido; pero a un nivel más básico, los cambios genéticos tuvieron que afectar a nuestro cerebro. Procesar información y dar las órdenes pertinentes a los músculos para que conviertan esta información en palabras es una tarea extremadamente compleja, y no totalmente esclarecida en términos neurológicos.

Algunos estudiosos han afirmado (con Noam Chomsky a la cabeza) que “el lenguaje es un instinto”. Me apresuro a matizar que –evidentemente- el lenguaje que aprendemos es efecto exclusivo del medio en que nacemos. Sin embargo, la insultante facilidad con que los niños de aproximadamente dos años aprenden a hablar sugiere imperiosamente que hay factores biológicos presentes. Los niños de esa edad están particularmente capacitados para adquirir lenguaje, pero muchas otras funciones intelectuales maduran a edad mucho más tardía. A los cinco años, los humanos normales tenemos un conocimiento tácito pero enorme de las reglas sintácticas. Al mismo tiempo, es fácil suponer que la aparición de un carácter complejo como éste, que requiere cambios concertados en el aparato respiratorio y el cerebro, y que fácilmente confería ventajas a los que los poseyeran, pudiera haber sido seleccionado positivamente en nuestro linaje.

Un argumento empleado por los evolucionistas a favor de que la capacidad lingüística tiene un asiento en nuestros genes, se basa en el estudio de determinadas enfermedades genéticas, tales como el síndrome de Williams o el Impedimento Lingüístico Específico (ILE). El primer caso constituye una forma infrecuente de retraso mental, cuyo origen parece estar asociado a un gen situado en el cromosoma 11 y que afecta a la regulación del calcio. Los pacientes que sufren el síndrome de Williams suelen tener un aspecto físico peculiar; en general son pequeños y delgados, tienen la cara alargada y una barbilla afilada que les da un cierto aire de elfos. El cociente de inteligencia suele estar entorno a 50 y manifiestan claras deficiencias para realizar tareas normales, como atarse los cordones de los zapatos o montar en bicicleta. Sin embargo, su capacidad lingüística es completamente normal, o incluso por encima de lo normal. Varios estudios han demostrado que su capacidad de entender y componer oraciones gramaticalmente complejas está dentro de los valores medios. Además, parecen tener una particular inclinación por el empleo de palabras inusuales y construcciones complicadas. Lo que hace esta enfermedad interesante en este contexto es el hecho de que tenga un efecto catastrófico sobre la inteligencia general, pero que deje intacta la capacidad de usar y entender el lenguaje.

El Síndrome de Impedimento Lingüístico presenta la otra cara de la moneda, ya que provoca serios problemas a los afectados para articular el habla, dejando intacta su inteligencia general y (casi) todos los aspectos no lingüísticos de la actividad mental. En realidad no se trata de una única enfermedad, sino de un conjunto de ellas, y en la mayor parte de los casos parece que hay varios genes implicados, por lo que va a resultar difícil identificarlos. No obstante, un tipo particular de este síndrome, que afecta a una familia inglesa ha permitido realizar uno de los descubrimientos más fascinantes de este campo en los últimos años: la identificación de FOXP2, que puede considerarse como el primer gen que parece estar implicado específicamente en el desarrollo del lenguaje.

La ‘caza’ de este gen comenzó cuando un grupo de genetistas británicos, liderados por Simon Fisher decidió estudiar a una familia, denominada KE en la cual más de la mitad de sus miembros, pertenecientes a tres generaciones, se encontraban afectados. A diferencia de otros casos de ILE, la pauta de herencia de esta enfermedad indicaba que el defecto era debido a un único gen, lo que simplificó mucho su identificación. La concordancia entre el gen afectado, FOXP2, y el síndrome era perfecta. Todos los miembros afectados presentaban la misma mutación en este gen, mientras que todos los miembros no afectados tenían una copia normal del mismo.

FOXP2 codifica una proteína reguladora, en concreto un ‘factor de transcripción’, cuya función es controlar la expresión de otros genes y se sabe que esta proteína se expresa durante el desarrollo embrionario. Sin embargo, FOXP2 no es específico de los humanos, ya que un gen muy similar está presente en todos los mamíferos. Más aun, la proteína también parece cumplir una importante misión en el desarrollo de otros órganos, como los pulmones, aunque la mutación observada en la familia KE no tenía efectos graves en estos tejidos. Aparentemente, esto es una contradicción. Si los científicos estaban buscando un gen específicamente responsable del lenguaje, deberíamos esperar que dicho gen sólo apareciera en el cerebro humano, y no en otros órganos u otras especies. No obstante, la versión humana de este gen difiere en un aspecto que puede ser muy importante para nuestra comprensión del lenguaje.

Cuando el grupo de Fisher, en colaboración con el laboratorio de Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Leizpig, comparó la proteína humana con la correspondiente del chimpancé, encontró solamente dos aminoácidos diferentes de los 715 que tiene la cadena. Dos diferencias en 715 parecen muy poca cosa, sin embargo, los dos aminoácidos que han cambiado (una treonina ha cambiado en el linaje humano a una asparagina, y una aspargina ha cambiado a una serina) pueden afectar a la forma en que esta proteína ejerce su función reguladora, lo que puede dar lugar a un cambio en la expresión de un buen número de genes, los cuales pueden a su vez ocasionar otros efectos. Lo más importante es que estos dos aminoácidos que aparecen en la proteína humana están conservados en todos los individuos (humanos) analizados en un estudio que incluía africanos, europeos, sudamericanos, asiáticos y australianos. Más interesante aun es el hecho de que el cambio de asparagina a serina no aparece en ninguna otra especie de primate. Hay que resaltar que la secuencia de este gen está muy conservada.

En 150 millones de años de evolución, entre el ratón y el chimpancé, sólo se ha producido un cambio; sin embargo, en los 6 millones de años de divergencia entre los humanos y los chimpancés se han producido dos cambios. Otras técnicas genéticas sugieren que el alelo presente en los humanos desplazó a otros alelos (debido a la ausencia de polimorfismo en las inmediaciones de este gen).Los modelos bioinformáticos sugieren que este cambio debió producirse entre 10.000 y 100.000 años antes del presente, una fecha que es concordante con otras estimaciones sobre la aparición de Homo sapiens. En resumen, es posible que las mutaciones en FOXP2 constituyan uno de los cambios genéticos más importantes en la aparición de nuestra especie, si bien aun no podemos estar seguros.

Visto en retrospectiva, no resulta tan extraño que los genes necesarios para el lenguaje estén presentes en otras especies y, asimismo, tengan otras funciones. Al contrario, resulta improbable que la capacidad lingüística de los humanos no surgiera a partir de capacidades cognoscitivas ya presentes en los primates. Por otro lado, no es necesario postular la aparición de genes completamente nuevos, ya que cambios cuantitativamente pequeños en la secuencia de una proteína pueden dar lugar a modificaciones muy importantes en la forma en que dicha proteína funciona. En general, la evolución actúa mediante pequeñas modificaciones sobre los elementos existentes y raramente mediante la aparición ‘en el vacío’ de nuevas estructuras: Natura non facit saltum.

Un gen marcó la diferencia en el lenguaje

Un cambio sutil en un gen común a simios y humanos, producido probablemente hace doscientos mil años, desarrolló la capacidad del habla, afirma un equipo internacional de científicos.

El gen FOX-P2, regula movimientos del rostro y de las mandíbulas, al igual que en otros mamíferos, pero en los seres humanos fue donde ocurrió la alteración genética, que permitió el lenguaje y está implicado en las características mandibulares y faciales que permiten el habla.

La investigación llevada a cabo por alemanes y británicos demuestra que humanos y simios comparten el noventa y nueve por ciento de su material genético, pero una diferencia sutil en un gen puede ser determinante.

Cuando el gen FOX-P2 falla en los seres humanos se cometen incorrecciones gramaticales, aparecen dificultades en la pronunciación clara de palabras, la articulación y en la expresión facial.

viernes, 21 de marzo de 2008

Llovían bombas...


“La mañana del 17 de Marzo de 1938, mi madre emprendió el viaje que acostumbraba hacer. Salió de casa al alba (...)Conservo el recuerdo vivo de haber sacado la cabeza por la ventana de mi habitación mientras ella, la mujer de ahora en adelante desconocida, caminaba con su abrigo, el sombrero, el bolso, hacia la ausencia definitiva de nosotros y de sí misma: la abolición, el vacío, la nada.

Había ido de compras al centro de la ciudad y allí la llegada de los aviones la cogió cerca del cruce de la Gran Vía y el Paseo de Gracia. Fue también una extraña para los que, pasada la alerta, recogieron del suelo a aquella mujer tan joven para toda la eternidad. (...), la señora que, con el abrigo, el sombrero, los zapatos de tacón, se aferraba al bolso donde guardaba los obsequios destinados a sus hijos y que, días después, estos, con trajes teñidos de negro, como obligaba entonces la costumbre, recibieron en silencio de manos de tía Rosario: una novela rosa para Clara; obras de Doc Savage y la Sombra para José Agustín; un libro de cuentos ilustrados para mí; unos muñecos de madera para Luis, que se quedarían tirados en el desván, sin que mi hermano los tocara nunca”
JUAN GOYTISOLO, Coto vedado, Seix Barral, 1985.

jueves, 20 de marzo de 2008

ÍBEROS

Bien, después de algun tiempo cogiendo información, me propongo a realizar unas actualizaciones sobre diferentes aspectos de la cultura íbera.

Referencias históricas sobre los íberos

La primera referencia que se tiene de los iberos es a través de los historiadores y geógrafos griegos. Curiosamente, los griegos también llamaban iberos a un pueblo de la actual Georgia, conocido como Iberia caucásica. Es una cuestión abierta si hay alguna relación o es simple coincidencia de nombres, pero basándose en esto se ha intentado emparentar el idioma ibero (del que queda poco más que inscripciones funerarias y monedas) con las lenguas caucásicas. Independientemente, también hay intentos de emparentar el euskera con algunas de estas lenguas.
Al principio, los griegos utilizaron la palabra ibero para designar al litoral mediterráneo occidental, y posteriormente, para designar a todos los pueblos de la Península que no eran celtas. También llamaban Iberia al conjunto de pueblos de la Península.
Las primeras descripciones de la costa andaluza mediterránea son de Apiano, aunque habla de pueblos y ciudades que ya habían desaparecido en su época. También describe la parte más occidental de Andalucía. Estrabón hace una descripción de esta zona basándose en autores anteriores, y se refiere a las ciudades de la Turdetania, como descendientes de la cultura de Tartessos. En general, autores como Plinio y otros historiadores latinos se limitan a hablar de pasada sobre estos pueblos como antecedentes de la Hispania romana.
Para estudiar a los iberos, se ha recurrido, además de a las fuentes literarias, a las fuentes epigráficas€, numismáticas, y arqueológicas.

Origen de los iberos

Científicamente hablando, no se sabe el origen de los iberos, aunque hay varias teorías que intentan establecerlo, pero ninguna está corroborada; éstas son las teorías:


ORIGEN AFRICANO

Esta teoría expone que los iberos proceden de tribus bereberes que se establecieron y fueron extendiéndose por toda la península y el sur de Francia. Esta teoría se basa en que todo ser humano procede de África, ya que los restos más antiguos del hombre proceden de este continente y que la lengua ibérica tiene algún parecido con las lenguas de las tribus bereberes. Esta teoría está prácticamente desechada, por la falta de pruebas sobre tal migración. Además, estudios genéticos recientes muestran la gran distancia genética que separa a pueblos norteafricanos de los pueblos peninsulares, a la vez que muestran un estrecho parentesco entre los distintos pueblos europeos.


ORIGEN AUTÓCTONO

Se trata de una teoría completamente opuesta a la anterior, basada en que los iberos se expandieron hasta llegar al continente africano y así se explicaría la relación entre la lengua íbera y la bereber. Lo más probable es que los iberos llevaran muchísimo tiempo habitando la península, aislados al norte por los pirineos y al sur por el mar. Los escasos hallazgos arqueológicos muestran una evolución propia, tanto cultural como étnica, favorecida por el aislamiento geográfico. Esta teoría es la que cada vez goza de más credibilidad según se investiga y se sabe más acerca de los iberos.

Lengua y escritura íbera

La lengua íbera es una lengua paleohispánica que está documentada por escrito, fundamentalmente, en signario íbero nororiental (o levantino) y ocasionalmente en signario íbero suroriental (o meridional) y en alfabeto greco-ibérico. Las inscripciones más antiguas de esta lengua se datan a finales del siglo V adC y las más modernas a finales del siglo I adC, o principios del siglo I ddC.
La lengua íbera se hablaba en la amplia franja costera que se extiende desde el sur del Languedoc-Rosellón hasta Alicante, y penetraba hacia el interior por el valle del Ebro, el valle del Júcar, el valle del Segura y el alto valle del Guadalquivir hasta el río Guadiana como límite noroeste. Las inscripciones en lengua íbera aparecen sobre materiales muy variados: monedas de plata y bronce, láminas de plomo, cerámicas áticas, cerámicas de barniz negro A y B, cerámicas pintadas, dolias, ánforas, fusayolas, estelas, placas de piedra, mosaicos, etc. Es, con diferencia, la lengua paleohispánica con más documentos escritos encontrados, unos dos millares de inscripciones, que representan el 95% del total.
Los textos en lengua íbera se pueden leer razonablemente bien, pero en su mayor parte son incomprensibles, puesto que es una lengua sin referencias de otras similares conocidas y utilizables para la traducción de textos. La teoría tradicional que identifica la lengua íbera con la lengua vasca (vascoiberismo en su formulación más extrema) no goza de credibilidad en los círculos especializados, aunque prácticamente todos los estudiosos de la lengua íbera reconocen ciertas similitudes entre ambas lenguas, bien directamente, o a través de la lengua aquitana. Para algunos investigadores, estas afinidades son suficientes como para defender que se trata de lenguas emparentadas, pero otros consideran que estas similitudes podrían ser debidas a préstamos o a fenómenos de área lingüística que se dan entre lenguas no necesariamente emparentadas, pero que conviven en un mismo territorio durante un largo periodo.

Aporte del sustrato local a la cultura íbera

El origen del sustrato cultural local que ejerció influencia en los íberos se remonta, cuando menos, al primer neolítico mediterráneo: la cultura agro-pescadora de la Cerámica Impreso-Cardial, que se extendió desde el Adriático hacia occidente, influyendo intensamente en los aborígenes paleolíticos y asimilando toda las regiones costeras del Mediterráneo occidental en el V milenio adC.
Hacia el 2600 adC se desarrolla en Andalucía oriental la civilización calcolítica, que se aprecia en los yacimientos de Los Millares (Almería) y Marroquíes Bajos (Jaén), estrechamente relacionados con la cultura portuguesa de Vila Nova y quizás (no probado) con alguna cultura del Mediterráneo oriental (Chipre).
Hacia 1800 adC, esta cultura se ve sustituida por la de El Argar (bronce), que se desarrolla independientemente y parece estar muy influida en su fase B (desde 1500 adC) por las culturas egeas contemporáneas (enterramientos en "pithoi").
Hacia 1300 adC, coincidiendo con la invasión del noroeste peninsular por los celtas, El Argar, que bien pudo haber sido un estado centralizado, da paso a una cultura "post-argárica", de villas fortificadas independientes, en su mismo ámbito. Tras la fundación de Marsella por los focenses (hacia 600 adC), los íberos reconquistan el noroeste a los celtas, permitiendo la creación de nuevos establecimientos griegos al sur de los Pirineos.
A las comunidades establecidas al final de la edad del bronce se las considera sustrato indígena al hablar de la cultura íbera. Básicamente hay cuatro focos: El Argar, la cultura del Bronce Manchego, la del Bronce Valenciano y los Campos de Urnas del Noroeste.

Aportes externos a la cultura íbera

TARTESSOS

La primera agricultura de Andalucía se encuentra aislada, desconociéndose de dónde pudo haber llegado. Parece ser, en cualquier caso, anterior en hasta mil años a la llegada de la cerámica Impreso-Cardial.
Posteriormente, sin embargo, Andalucía occidental ha dejado un registro arqueológico muy débil y continuista, percibiéndose a menudo influjos de Portugal y Extremadura. Hacia 1800 adC aparecen en el sur de Portugal y en algunas localizaciones de Andalucía y Extremadura una serie de grupos difusos que, por conocer el bronce pero por nada más, pueden vincularse hipotéticamente con El Argar. Quizás pueda existir una relación con la expansión de los llamados Pueblos del Mar. También existe la teoría de que puedan ser grupos indoeuropeos. Los historiadores no acaban de ponerse de acuerdo en cuanto a los antecedentes de Tartessos.
Pero realmente no puede hablarse de una cultura tartésica hasta la fundación de Sexi (actual Almuñécar), Toscanos (en Málaga) y Gadir por los fenicios. Los prehistoriadores se refieren a ella comúnmente con el apelativo de "orientalizante", subrayando la creciente influencia púnica presente en ella. Se cree que los Turdetanos, uno de los pueblos íberos, son sus descendientes culturales y ocuparon su terreno.


FENICIOS Y CARTAGINESES

La antigua Iberia fue objeto de las ambiciones coloniales de los fenicios primero, que hacia el siglo IX adC fundaron su primera colonia ultramarina en el otro extremo del Mediterráneo, Gadir, buscando con seguridad las exuberantes y míticas riquezas minerales de la península y otros territorios atlánticos. También fundaron toda una serie de colonias por las costas andaluzas, como Toscanos (Torre del Mar), Malaka (Málaga) o Abdera (Adra), en Almería. Hay constancia de sus explotaciones en la península sobre todo de metales (oro, plata y estaño), en la zona de Río Tinto, y en otras minas de la provincia de Huelva. Todas estas explotaciones trajeron mucha riqueza, no sólo para los fenicios, también para las clases altas de los habitantes de la zona, comprobable por haberse encontrado varios tesoros en algunas necrópolis de la época.
Los cartagineses eran pueblos cananeos de origen fenicio asentados en la costa africana. Ya antes de la Segunda Guerra Púnica contra Roma, tuvieron un papel importante, sobre todo por su explotación de la península y las colonias que fundaron, como Ebysos o Ebousos (actual Ibiza). Esa colonización comenzó en el siglo V adC. A raíz de la enorme deuda que contrajeron con Roma en la Primera Guerra Púnica, comenzaron la explotación masiva de la península, sobre todo de metales, como la plata. Tuvieron que vencer fuertes resistencias indígenas como las de los guerrilleros Istolacio e Indortes.


GRIEGOS

Los griegos entraron primero en contacto con Tartessos durante el siglo VIII adC. Fundaron más tarde asentamientos en Cádiz, Málaga (Mainake) y Alicante.
Los griegos focenses, procedentes del Asia Menor, fundaron asentamientos en la costa noroccidental mediterránea, como Massalia y posteriormente Emporion, Rhode, en el golfo de Rosas o Ullastret. La fundación de Emporion por los griegos marca el inicio de la disputa entre fenicios y griegos por las riquezas de las Hespérides, en la que los íberos, al ocupar la región costera mediterránea, se verán envueltos inevitablemente.

Ejercito ibérico

Aunque tampoco se tiene constancia de cómo se organizaban los ejércitos ibéricos, parece ser que aún no contando con una indumentaria, un armamento y una organización regular y uniforme, como la del ejército romano; según los relatos de los historiadores de la antigüedad, de batallas contra los ejércitos iberos, su ejército sería irregular, es decir, reclutado según las circunstancias, aunque había una fuerte jerarquía guerrera en las castas de la sociedad ibérica, que se dedicaba exclusivamente a la guerra, muy ligada a la sociedad y cultura ibérica. Como parte de un ejército no regular, los iberos tenían que procurarse sus propias armas y protecciones, de ahí la variedad de combinaciones de éstas.


FORMACIONES Y ORGANIZACIÓN

Una de las formaciones de los ejércitos iberos, era la de una formación cerrada, parecida a la del ejército romano, así se cree, ya que los mercenarios iberos contratados por Roma, se adecuaban perfectamente a la formación cerrada romana, lo que hace pensar a los expertos que los soldados iberos estaban acostumbrados a formar así. Prueba de esto son las batallas contra los Ilergetes, en las que el ejército ibero atacaba en formación cerrada y compacta. Otra formación propia de los ejércitos iberos es la de guerrilla, la forma natural de guerrear de los iberos. Viriato, el jefe de los Lusitanos, utilizó esta táctica guerrillera para combatir a las legiones romanas, consiguiendo grandes victorias que le hicieron merecedor del nombre de "El terror de Roma". Todos los ejércitos iberos estaban comandados por un caudillo, un jefe militar que era elegido por los propios guerreros para guiarles en la batalla. Es dudoso que no hubiera más generales que este caudillo, ya que un ejército de hasta 10.000 hombres, e incluso más, no podía ser comandado por una sola persona. La muerte de Viriato es un ejemplo de que el caudillo también tenía sus capitanes para dirigir a sus tropas, ya que fueron sus propios lugartenientes los que lo asesinaron.


EL GUERRERO IBÉRICO

Su carácter fue descrito por los griegos, quienes se fascinaron por unos soldados que se lanzaban al combate sin miedo alguno y que resistían peleando sin retirarse aún con la batalla perdida, los guerreros a los que se referían eran mercenarios iberos reclutados por los griegos para sus propias guerras.
Los romanos también volvieron a hacer hincapié después, en el carácter guerrero de los iberos, cuando, una vez eliminada la amenaza cartaginesa, se lanzaron a la conquista de Hispania, coincidiendo con los griegos en el valor y el desprecio a la muerte en la batalla que demostraban los iberos, tanto Roma como Cartago los contrataban como mercenarios. Roma también se refiere al ibero como un soldado muy leal. La "devotio", un juramento que consagraban a algún Dios, al cual ofrecían seguramente su vida por la de su caudillo y que los ligaba a él, hacía que esta "guardia personal" jamás sobreviviera a su jefe, ya que tanto si ganaban, como si no, si su caudillo moría, ellos también lo hacían, ya fuese luchando hasta morir, o suicidándose si le sobrevivían en la batalla. Cosa que aprovecharon algunos emperadores romanos, que mediante este ritual sagrado, se rodeaban de iberos porque sabían que tenían asegurada su lealtad y que el valor y el arrojo de estos guerreros, les protegería aún en las circunstancias más adversas y desfavorables.

Armamento
El armamento del guerrero ibero, no era ni mucho menos regular, pero era muy similar independientemente de las distintas tribus.

La caetra: El escudo propio de los iberos, un escudo circular no muy grande, que se sujetaba al cuerpo del soldado mediante unas cuerdas, o tiras de cuero, que pasaban por el hombro y que otorgaban gran movilidad para combatir por el terreno tan irregular de la península. Este escudo podía tener variaciones en su protección metálica delantera.

Escudo ovalado: también utilizaban un escudo ovalado, parecido al de los celtas, y del que se dice es su procedencia. Ofrecía muy buena protección contra las infanterías pesadas, sobre todo las romanas, con las que más lucharon. Ambos escudos eran adornados con símbolos y colores, sobre todo en el ovalado, en el que sus símbolos han pasado a ser casi un emblema por el que se reconoce a los iberos.

Gladius Hispaniensis: La espada de las legiones de Julio César, la espada ibera por definición, la que el imperio romano adoptó para sus legiones y que bautizaron como "gladius hispaniensis", o sea, "espada española". Era un arma simple pero de gran calidad, y que los iberos utilizaban para "pinchar" al enemigo, cuando avanzaban en formación y cuando el enemigo se descubría, aunque también sería empleada para asestar "tajos". Esta espada no era muy grande, lo que le otorgaba una gran movilidad en las batallas, cuando el espacio era escaso. La hoja se podía utilizar por los dos lados y por la punta, al contrario que la falcata, que sólo se utilizaba un lado, para dar un golpe cortante, o de punta para atravesar al enemigo. Su forma no era recta de la base a la punta, sino que se estrechaba ligeramente hacia el centro y de nuevo, antes de llegar al extremo, se estrechaba para conformar la punta. La empuñadura de este arma formaba un disco en su parte central y después otro medio disco en el extremo, así se favorecía el agarre de la espada. Esta espada ha tenido muchas variantes, tanto por parte de Roma, como por parte de las tribus ibéricas con influencia celta, o las propias tribus celtas de la península, aisladas de las tribus celtas del resto de Europa, estos modelos se diferenciaban sobre todo por su empuñadura, que podría acabar en dos esferas, en una, etc.

Falcata: también utilizaron una espada de la que tampoco se conoce su origen, pero que posiblemente fuese de origen griego. Esta espada no tenía mucho que ver con el modelo que parece ser trajo Grecia, ya que esta espada fue remodelada casi por completo. Su curvatura, su forja, su modelación, todo, fue cambiado, o quizás fuese ya así y que los griegos adoptaron de otra manera. Sea cual fuere su origen, esta espada infundía casi tanto terror como la "gladius hispaniensis", se creaba dejando el hierro oxidar, hasta que sólo quedase su núcleo más puro, lo que ofrecía una dureza enorme a la espada. Después, se fundía y se le daba la curvatura, (no todas tenían la misma curvatura) y el tamaño del propio brazo del guerrero, es decir, cada "falcata" era un arma única, ya que variaba la longitud del brazo de su portador y por lo tanto la de su hoja. La medida se tomaba desde el dedo corazón hasta el codo del brazo del guerrero. Esta espada, de igual modo que la "hispaniensis" llevaba acanaladuras en su hoja, para darle más ligereza. Su hoja se utilizaba para pinchar con la punta y para dar tajos por la parte inferior de la espada. Las empuñaduras de estas armas, solían tener forma de cabezas de animales, como caballos y aves. Formaban un óvalo que rodeaba la mano y que se cerraba en su parte de los nudillos, para poder dar golpes con la empuñadura si era preciso, pero se hacía, sobre todo, para proteger la mano de los ataques con espada de los enemigos.

Otras espadas: también se han encontrado espadas que parecen ser rituales, o que por lo menos no eran muy utilizadas por los guerreros. Hay ejemplares de espadas largas, seguramente utilizadas por los celtas y que no gozaban de mucha fama entre los iberos, por ser armas que ofrecen poca movilidad y que sólo pueden ser utilizadas para golpear de arriba abajo cayendo sobre los hombros, limitando muchísimo al guerrero en los combates.

Lanzas: las lanzas eran armas muy presentes en los ejércitos iberos, tanto las de cuerpo a cuerpo como las arrojadizas. Las lanzas solían tener dos puntas, la principal en la parte superior y la secundaria, más pequeña y débil, en su parte inferior, que se utilizaba para pinchar al enemigo, cuando caía al suelo, o cuando se rompía la punta principal. El arma constaba de tres partes: el asta, que era por así decirlo, el palo al que iban sujetas las otras dos partes, la punta principal, y la punta inferior en forma de cono estrecho. Para sujetar las dos puntas, se solía incrustar a presión en la madera, para evitar así que se moviesen o se soltasen, como podía pasar con las que estaban atadas, otorgando así más resistencia y dureza en el arma.

Armas arrojadizas y de proyectiles: las armas utilizadas para desbaratar y aniquilar las líneas enemigas, utilizadas por los iberos eran muy variadas, pero la que controlaban con más destreza y de las más efectivas eran la honda.

El soliferrum: era un arma hecha de hierro completamente, más larga que un hombre. Se utilizaba para lanzarla, aprovechando el peso y la superficie circular en punta de este arma, para conseguir atravesar cualquier escudo y armadura enemiga. Se podía utilizar un palo, a modo de resorte, que le otorgaba mayor empuje al soliferrum.

La honda: este arma simple y arcaica, a simple vista puede parecer poco menos que inofensiva, pero no es así, un proyectil lanzado por un hondero, podía matar de un único golpe al enemigo. La fuerza centrífuga de la que se vale la honda, sumada al peso de los proyectiles, que eran lanzados a la vez y en gran número, podía hacer estragos en las líneas enemigas, ya sea por su mortalidad, o deshaciendo las líneas enemigas desorganizando y abriendo huecos en la caballería y la infantería enemiga para atacar mejor a las tropas enemigas. Los honderos iberos más famosos fueron los baleares, tropas de élite utilizadas por Cartago sobre todo y por Roma después. Los honderos iban equipados con hondas de distintos tamaños que utilizaban según el proyectil y la distancia a la que querían llegar, las llevaban enrolladas en el cinturón y siempre llevaban una honda atada en la cabeza, a modo de diadema. Los proyectiles podían ser de barro, piedra, e incluso de metal. Los proyectiles podían ser redondos y con forma ovalada, y los guardaban en un zurrón sujeto a la cintura.

El arco: se tiene constancia de que el arco era utilizado por los iberos, aunque era prácticamente relegado para la caza de animales. La honda hacía mejor el papel de arma a distancia para los iberos.

Hacha bipenne: aunque poco comunes, parece ser, que las tribus del norte de la península, podrían haber utilizado este tipo de hacha, no sería extraño dado el rudo y salvaje carácter de las aisladas tribus del norte.

Pugio: es un puñal que también adoptó Roma para su ejército. Medía un palmo (del dedo corazón hasta la muñeca), muy parecido a la gladius hispaniensis.

Cuchillo afalcatado: este cuchillo se llevaba en la vaina de la falcata, junto con otras puntas de lanzas de repuesto. También se solía utilizar en rituales de sacrificio de animales.

Corazas y protecciones: había varios modelos de coraza: la circular, la de escamas y la de anillas.

Circular: la armadura por excelencia de los iberos era una simple pero efectiva coraza, que cubría las partes más vitales del pecho y de la espalda. Se ponía sobre una especie de coraza de cuero y sobre una superficie acolchada para amortiguar los golpes contra el cuerpo al pararlo. Solía estar decorada con una cabeza de lince, un animal sagrado, vinculado con el mundo de los muertos, quizá haciendo ver que el dios del inframundo les protegía ya la muerte huía de él. Se sujetaba pasando por el hombro y debajo de los brazos, lo que también ofrecía en menor medida una pequeña protección contra los tajos de las espadas.

Escamas: era una protección de la que aún no se ha encontrado ningún resto arqueológico, era como una especie de piel de serpiente, que ofrecía movilidad y a la vez una buena protección, debido a que no se han encontrado ejemplares, no se sabe cómo se hacían, ni cómo se sujetaban las placas de escamas. Había varios modelos, uno cubría únicamente el torso por delante, otro que cubría además de esto, los laterales, y la más completa, que cubría pecho, laterales y espalda. Debajo de estas protecciones se solía llevar una faldiquera de tiras de metal, parecida a la protección de anillas de los celtas. Todo combinado para ser una infantería pesada resistente y móvil.

Anillas: está protección llegó a manos de los iberos, por la influencia de los celtas, y consistía en anillar a un anillo de metal otros anillos y estos anillos a otros y así sucesivamente. Esta protección, aunque un poco pesada, ofrecía mucha movilidad y una buena protección contra los tajos. Solía cubrir desde el cuello hasta la pierna, además se añadían unas hombreadas de anillas también, para proteger los golpes de filo de las grandes espadas celtas.

Protecciones de cuero: además de estas corazas, solían llevar protecciones de grueso cuero curtido, para que los tajos "rebotaran" y no les hiriesen los filos de las espadas al utilizarlos de esa manera. Estas protecciones se solían llevar sobre todo con la coraza circular, era una especie de capa que se introducía por la cabeza y que terminaba en forma de pico por delante y detrás, llegando hasta un poco más abajo de la cintura. También hacían hombreras de este material con el que se protegían la parte superior de los tajos de las espadas y que también ofrecían una superficie que les protegía del contacto de las tiras de cuero que de las que llevaban colgadas los escudos y a veces las espadas.

Protecciones de lana prensada: eran protecciones que se utilizaban para amortiguar los golpes de proyectiles de las hondas, como los tajos de las espadas amortiguándolos y rechazándolos. También se ponían debajo de las corazas para evitar el contacto directo con el metal y para ofrecer una protección suplementaria a éstas.

Grebas: además de la parte inferior se necesitaba proteger las piernas en los combates. Las grebas eran de metal recubiertas de un material lanoso por la parte inferior para evitar el contacto del metal con la piel. Se ataba con con dos tiras alrededor de la pantorrilla. Se utilizaban tanto dos grebas (una en cada espinilla) como una sola greba (en una pierna) esto, no se sabe por qué, pero puede ser que al formar las líneas, quedara una sola pierna, la derecha, seguramente, sin protección, ya que a lo mejor, el escudo ovalado protegería la otra pierna. También podía deberse a la capacidad de armarse que cada guerrero tenía, ya que no eran un ejército regular y se procuraban ellos mismos el armamento.

Cascos: hay también varios modelos de cascos, unos propios y otros adquiridos por el comercio y por el trato con otros pueblos. Los había de cuero, metal, redondos, en pico...

Cuero: los de cuero eran lo más comunes, solían ponerse en la cabeza de manera que cubriera toda la cabeza, orejas incluidas. Se le ponía fieltro prensado por la parte interior para acolchar la protección y amortiguar los golpes recibidos, no dejando que la cabeza los sintiese en exceso. Iba adornado comúnmente con una crin de caballo tintada en rojo que iba en la punta o en la parte superior y caía por debajo de la nuca en forma de coleta suelta. Otra forma de adornarla, era con una especie de cabeza de animal delante que iba hasta el cogote en forma de tubo y del que caía una coleta suelta, igual que el adorno anterior. También podía sin ningún tipo de adorno.

Escamas de metal: los cascos utilizados para la infantería pesada solían ser de metal, ya que la situación requería una mayor protección frente a soldados mejor armados y protegidos. Se utilizaba con la protección de escamas, era un casco parecido al celta, de una sola pieza, que iba formando escamas hasta acabar en pico.

Celta: el casco celta se utilizó sobre todo en la parte de influencia celta, era un casco liso, acabado en punta larga, sólo cubría la parte superior de la cabeza. Los más comunes solían llevar carrilleras que caían del casco protegiendo las mejillas de los soldados, aunque los iberos preferían no llevarlas, porque decían que les molestaba en la lucha. También llevaban una protección en la nuca para evitar cortes decapitantes en el cuello.

Otros cascos: existía otro casco, utilizado sobre todo en la zona turdetana de Iberia, que era parecido al de cuero, pero más largo, caía sobre los hombros y llevaba también la crin de caballo. No se sabe con que material se hacía este casco, ya que no se ha encontrado ningún ejemplar de él en las excavaciones.

Asentamientos y sociedad ibérica

ASENTAMIENTOS

Las ciudades: las ciudades iberas[ estaban construidas en cerros altos que les daban una importante ventaja frente a los enemigos. Estaban amuralladas por muros de piedras y adobe, sobre los que se intercalaban torres de vigilancia y las puertas a la ciudad. Algunas de estas ciudades eran muy numerosas en cuanto a población, llegando a ser hasta de 10.000 personas, como en Numancia. Estas ciudades lo eran todo para sus habitantes, dentro tenían sus casas que solían ser de planta rectangular y también estaban hechas de adobe sobre una base de piedras a modo de cimientos. Las ciudades estaban bien organizadas, tenían calles asfaltadas de piedras, sobre las que podían circular mejor los carros, y a ambos lados de éstas había aceras, de apenas un metro, por las que transitaban los habitantes. Se han encontrado restos de lo que podían ser grandes desagües para los desechos (excrementos). También hay restos de morteros de piedra con los que moler el grano y otros cereales para preparar alimentos.

Fortificaciones: cuando las ciudades caían frente al enemigo, la población huía hacia las fortificaciones que tenían como último refugio. Los ciudadanos de las mismas tribus, e incluso de otras, solían ayudarse cuando había algún conflicto. Las ciudades de todas las tribus tenían un contacto permanente, e incluso contrataban gran número de soldados para sus guerras. Al mando de las ciudades estaba constituido un consejo, que tomaba las decisiones importantes.



SOCIEDAD

La sociedad ibera, estaba fuertemente jerarquizada por varias castas sociales muy dispares, todas ellas con una perfecta y bien definida misión para hacer funcionar correctamente una sociedad que dependía de ella misma para mantener a su ciudad.

La casta guerrera: su casta guerrera y noble era la que contaba con más prestigio y poder dentro de estas, también tenían gran importancia la casta sacerdotal, en la que las mujeres, como se observa en los túmulos funerarios, eran el vínculo de la vida y la muerte.

La casta sacerdotal: las sacerdotisas gozaban de gran prestigio, ya que eran las que estaban en continuo contacto con el mundo de los dioses, aunque también había hombres que desarrollaban una tarea mística, prueba de ello son los sacerdotes lusitanos, que leían el futuro en los intestinos de los guerreros enemigos.

La casta artesana: otra de las castas era la de los artesanos, apreciados porque de ellos salían los ropajes con los que se vestían y resguardaban del frío, los que elaboraban calzado, los que modelaban vasijas en las que guardar agua y alimentos y, sobre todo, por ser los que les hacían, a medida, armas y armaduras con las que se distinguían de las otras castas más bajas.

Otras castas: finalmente estaba lo que se podría llamar "el pueblo llano", gente de distintos oficios que se dedicaban a los trabajos más duros.

Caballos y mulos: aparte de las armas, poseer caballos otorgaba también gran prestigio y reflejaba poder, nobleza, y formar parte de la clase más pudiente. Los mulos también eran muy apreciados y muy bien pagados, ya que eran los que transportaban grandes cantidades de casi cualquier cosa.

Vestimentas ibéricas

Los iberos se vestían con telas de distintas calidades, según su poder económico.

GUERREROS
Según los textos antiguos, la prenda más habitual era un vestido de tela, como la de los romanos, con el ribete en rojo.

SACERDOTISAS
Las sacerdotisas eran quizás las que más adornos tenían. De ellas vienen la mantilla y la peineta, con la que se solían cubrir la cabeza y el cuerpo, un ejemplo de ello es la Dama de Elche, y los moños que hoy se pueden ver en partes de Valencia.

PRENDAS DE VESTIR
Otra prenda muy valorada, era el sagum, una capa de lana, que protegía del duro frío. Otra de las prendas que aún existen hoy, es una tela que a modo de diadema utilizaban los guerreros para recorgerse el pelo. Su calzado era unas alpargatas, que se ataban a la pierna y el pie, en el invierno se cubrían los pies ya las piernas con unas botas de piel y pelo de animal.

Mundo divino ibérico

Poco se sabe del mundo de los dioses de los iberos, lo poco que se conoce es gracias a escritos de antiguos historiadores y filósofos, y a algún que otro resto arqueológico. De lo que sí se tiene constancia, es que animales como los toros, lobos, linces, o buitres, formaban parte de este mundo, ya fuese como dioses, símbolos, vínculos con el mundo mortal y sus 'espíritus', o el mundo divino.
ANIMALES SAGRADOS
El toro representaría la virilidad y la fuerza. El lince estaba vinculado al mundo de los muertos. Los buitres llevaban las almas de los guerreros muertos en las batallas al mundo de los dioses. No se sabe mucho más, ya que ha perdurado escasa información sobre estos asuntos.
FUNERALES
En los funerales se peleaba sobre la propia tumba hasta la muerte, como en el entierro de Viriato. En los túmulos se depositaban las armas del difunto, al que se incineraba y se introducía en una vasija de cerámica ornamentada. Hay túmulos con muchos recipientes cerámicos a los pies de una señora, como la Dama de Baza, que está sentada en una especie de trono alado, y que guarda y protege los restos y los ajuares funerarios.
SANTUARIOS
Otra característica es el empleo de grutas o cavernas a modo de santuarios, en los que se depositaban pequeñas estatuillas, llamadas exvotos, como ofrenda a alguna deidad. Estas figuras son tanto de mujeres sacerdotisas como de hombres guerreros, a pie o a caballo, otras están sacrificando algún animal con un cuchillo, o mostrando su respeto con las manos en alto, o con los brazos abiertos.

Los pueblos primitivos de Hispania

LOS PUEBLOS MEDITERRÁNEOS: se asientan en el sur y en la costa levantina. Desarrollan una cultura de tipo urbano debido a la influencia de colonos establecidos en la zona. Su economía se basa en la agricultura, ganadería y pesca, pero, sobre todo, adquieren especial relevancia la metalurgia y la orfebrería y, consiguientemente, el comercio.


LOS PUEBLOS INDOEUROPEOS: llegan por los pasos del Pirineo, al norte peninsular, extendiéndose posteriormente hacia la Meseta y el oeste. Se caracterizaban por su primitivismo. Se organizaban en tribus, se dedicaban a la agricultura y al pastoreo y viven en poblados fortificados.


FENICIOS: Fenicios: venían de Tiro. Son los primeros en llegar atraídos por la riqueza mineral de la Península. Fundaron algunas ciudades como Gades, Malaka y Sexi, además, tenían una colonia en África, Cartago. Introdujeron su alfabeto y un sistema de acuñación de monedas. Entran en declive cuando los babilonios conquistan Tiro, afectando a sus colonias en Hispania.


GRIEGOS: procedentes de Focea vinieron aquí principalmente porque en su lugar de origen había problemas. Tenían una gran colonia en Francia, Massalia, y en la Península fundaron Ampurias y Rosas. Sus ciudades estaban estructuradas en cuadrícula y con ágora. Comerciaban con tartessos e iberos. Dejaron constancia de su alfabeto.


CARTAGINENSES: llegaron desde Cartago para comerciar. Sin embargo, a fines del S.III a.C. su objetivo era el de reclutar soldados entre la población nativa y recaudar dinero para pagar al ejército para luchar contra los romanos. Tras romper el tratado del Ebro que tenían con los romanos llegó la 1ª G. Púnica que se desarrolló en Sicilia y que acabó con victoria romana. Más tarde explotó la 2ª G. Púnica, esta vez en la Península, y los cartagineses volvieron a ser derrotados. A partir de este momento comienza la conquista romana.


TARTESSOS: se extendieron desde Huelva hasta Cartagena y permanecieron en la Península hasta mediados del S.VI a.C. cuando desaparecieron por razones desconocidas. Su economía se basaba fundamentalmente en la minería (Sierra Morena y Riotinto). También desarrollaban actividades como la pesca, la agricultura y la salazón de pescado. Eran grandes orfebres. Traían el oro de África y comerciaban con griegos y fenicios. Destaca el Tesoro de Carambolo, encontrado en Sevilla, que consta de numerosas muestras en oro. Era una sociedad jerarquizada en castas con la figura del rey en la cúspide. Tenían alfabeto.


IBEROS: pueblo indoeuropeo que se asentó desde el Pirineo aragonés por el levante peninsular hasta el sur. Su actividad fundamental era la agricultura, pero también se dedicaban a la minería y a la industria textil. Era una sociedad jerarquizada donde destacan los reyes y jefes militares. Construyeron santuarios para el culto a los dioses. Dejaron esculturas religiosas como las damas oferentes (dama de Elche).


CELTÍBEROS: provenían de Europa, pero se mezclaron con los iberos del centro de la Península. Se asentaron por el norte y centro peninsular. Son pueblos poco desarrollados que se dedicaban principalmente a la agricultura, pero la metalurgia del hierro estaba muy avanzada.
Destacan los verracos, vetones y vacceos. Éstos últimos vivían en una gran ciudad, Numancia. Se copian de la cerámica ibera. Por otro lado, los pueblos del noroeste, galaicos y astures, son de origen celta; y los de la zona vasca, austrigones y vascones, se desconoce. Eran casi nómadas, pues se dedicaban al pastoreo, la ganadería, el pillaje y la recolección. Vivían en castros y era la mujer quien organizaba el poblado (matriarcado).





Es un resumen muy resumido

Teories psicodinàmiques sobre el desenvolupament

El seu objecte d’estudi són els comportaments subconscients. Creuen que l’ambient natural de desenvolupament és la naturalesa i la criança i que el procés que ho guia és la maduració. La seva concepció de la persona és com un ésser actiu que es desenvolupa per etapes. El seu enfocament és de canvis interns en l’estructura de la personalitat. El seu major exponent fou Freud, tot i que després hi hagué una reformulació de Erickson.


SIGMUND FREUD

records i els conflictes dels quals l’individu no en té consciència ni control. Segons ell, les pulsions i els desitjos són la base dels estudis universals de cada persona i segons aquestes pulsions el nen es posa en activitat. Per tant, tot es fonamenta en aquesta base.
Freud era metge i per això feu estudis clínics amb pacients amb malalties mentals. Defineix diferents etapes en què el desenvolupament va condicionat en uns impulsos sexuals:
- Oral (0-1 any): el plaer es troba a la boca.
- Anal (1-3 anys): control d’esfínters.
- Fàl·lica (3-6 anys):
- Latència (7-11 anys):
- Genital (adolescència):
Creu que la satisfacció sexual associada a cada part del cos està en relació a les necessitats i dificultats del desenvolupament per a cada edat.
Cada etapa contempla conflictes potencials entre el nen i el pare/mare. La forma en què resolt cada conflicte influirà en el seu desenvolupament posterior. Per tant, les conductes són reforçades per tal d’esbrinar quina etapa està condicionant el problema.
Separa tres grans blocs:
- Ello: energia psíquica inconscient per cobrir necessitats bàsiques de supervivència. Els bebès estan governats per aquest bloc.
- Jo: part racional de la personalitat que s’enfronta a la realitat. A mesura que creixem anem desenvolupant aquest bloc per enfrontar-nos amb l’experiència del viure.
- Superjo: consciència moral. És transmesa durant la infància pels pares.


ERIK ERICKSON

Visqué a Alemanya, Itàlia, Àustria i EUA. Feu estudis amb alumnes de Hardvard, amb jocs infantils i també estudià la cultura de les tribus americanes.
Proposà vuit estadis evolutius al llarg de la vida on, en cada estadi, trobem una crisi a resoldre. Aquestes crisis són dicotomies i fan referència a problemes a les relacions de la persona amb la família i la cultura. Els problemes de la vida adulta provenen de no haver resolt la crisi d’etapes anteriors. Les etapes són les següents:
- 0-1 anys: confiança vers desconfiança.
- 1-3 anys: autonomia vers vergonya i dubtes.
- 3-6 anys: iniciativa vers culpa.
- 7-11 anys: persistència vers inferioritat.
- Adolescència: identitat vers confusió de rols.
- Joves: intimitat vers aïllament.
- Adults: generativitat vers estancament.
- Integritat vers desesperació.
Mentre Freud es basava en impulsos sexuals, Erickson ho feia en la relació família-individu.


CRÍTIQUES

Una de les crítiques és que no podem provar que durant les etapes relacionades amb la infantesa es donin aquests canvis i controls ja que ens ho mirem des d’una perspectiva adulta.